En el andén

Tan joven y Tan viejo
El Gran Sabina

Lo primero que quise fue marcharme bien lejos
En el álbum de cromos de la resignación
Pegábamos los niños que odiaban los espejos
Guantes de Rita Hayworth, calles de Nueva York

Apenas vi que un ojo me guiñaba la vida
Le pedí que a su antojo dispusiera de mi
Ella me dió las llaves de la ciudad prohibida
Yo, todo lo que tengo, que es nada, se lo dí.

Así crecí volando y volé tan deprisa
Que hasta mi propia sombra de vista se perdió
Para borrar mis huellas destrocé mi camisa
Confundí con estrellas las luces de neón

Hice trampas al póker, defraudé a mis amigos
Sobre el banco de un parque dormí como un lirón
Por decir lo que pienso sin pensar lo que digo
Más de un beso me dieron ( y más de un bofetón)

Lo que sé del olvido lo aprendí de la luna.
Lo que sé del pecado lo tuve que buscar
Como un ladrón de bajos de la falda de alguna
De cuyo nombre ahora no me quiero acordar.

Así que, de momento, nada de adiós muchachos
Me duermo en los entierros de mi generación
Cada noche me invento, todavía me emborracho
Tan joven y tan viejo, like a rolling stone





















Pasaban pocos minutos de las diez de la noche. Faltaban 3 trenes todavía para que llegará el mío. La estación estaba vacía, solo había una chica morena y yo. Ella estaba como nerviosa, no dejaba de mirar el reloj, luego se encendía su celular. Se levantaba, se volvía a sentar y así varias veces repetía los mismos movimientos, tendría sobre unos veinticinco años, toda ella era una hermosura. 
Me acerqué con pasos firmes, decidido, y le pregunté, si se encontraba bien?
Ella alzó la mirada, me examinó de arriba a abajo... Giró la cara y no me dijo nada. Pasaron varios minutos y sólo quedaba ese tren, era el ultimo de la noche, ella iría en el mismo tren que yo.
Después del desprecio, me giré y anduve cerca de donde había un pilar de hormigón, bajo el reloj de pared. Decidí no hacerle mas caso, abrí mi mochila y saqué mi libro. Me puse a leer.


Unos minutos mas tarde,
El cartel de nuestro tren, venía con retraso. Parece que al no hacer caso de ella, y tener mi libro, me ayudó. Ella se acercó, empezó a preguntarme cosas, un servidor que es un caballero, tardé pero le respondí como educado que soy. Me empezó a preguntar sobre el autor que llevaba, sobre otros libros y ella se sentó a mi lado en el banco de aquel anden. 
( Podría acabar aquí, diciendo; que la noche unió a dos almas literarias enamorados de las letras y del destino)

(Pero no, voy a seguir)
Pasaron cinco minutos mas, la noche prometía, ella cada vez mas pegada a mi. Sonó un buen bocinazo y con la luz característica del tren, entró haciendo aire a su paso por la estación. Nos levantemos, entremos en el tren, el tren estaba bastante vacío. Ella se sentó en la ventana y me acompañó con la mano que me sentará a su lado. Seguimos conversando...

Aquel tren que duró apenas una hora hasta sendos destinos, duró una eternidad, se separaron pero las miradas se echaron de menos. Aún hay noches que la melancolía hace mella en mi, en el andén del olvido, donde mejor están...

En busca del verso mas profundo, te escribí estas lineas
Creador de sueños



















Comentarios

  1. Me encantó, vengo de pasear y venía en un tren.
    Que historia nos puede cruzar, que vida nos puede esoerar en algún andén...
    Tan joven y tan viejo y tan Sabina ....!!!
    Saludos !!

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