Lo que te conté mientras te hacías la dormida

Aquella noche de junio, el calor era asfixiante, me desperté sudando a mares. A mi lado tú con tu cuerpo desnudo dormida profundamente o eso creí yo. Mi mano te acarició el pelo, luego muy despacio lo hizo por tu espalda casi sin tocar tu piel, me recosté y te besé en la nuca.

Empecé a hablar de mi vida pasada, de mis errores, mis viejos amores, lo que no fui nunca capaz de hacer cuando estabas despierta.
Te conté como me fue con mi primer amor, incluso donde fue mi primera vez, que sentí al besar aquella chica en Mallorca por primera vez cuando bajo la luz de las estrellas, un torpe y patoso adolescente intentaba ser más experto de lo que en realidad era. La verdad que fue un desastre, cuando lo pienso me pongo las manos en la cabeza... también te conté como juré ser fiel con mis manos deslizando por tu espalda desnuda.

Hay noches como la de hoy, en que pienso en alguno de esos días, en que jodidamente estoy solo, pero con los huevos y el valor de seguir adelante, de ser más yo que nunca, y de seguir escribiendo y desahogando las penas del alma. Esta mañana tuve la suerte de encontrar una alma buena que me ayudará, jamás podré estar agradecido a personas como ella, que me llenan el día, me alegran y luego siguen su camino hacia nuevos horizontes. Espero haber llegado a lo profundo del alma, donde el corazón late con todo su brío y fuerza.

En busca del verso más profundo

Creador de sueños


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